Por Mira Krizman.
Traducido al español por Claudia Sagal.
Milán es música, Milán es ópera, y decir Milán es decir Teatro Alla Scala. Ir a la Scala no siempre es fácil. Depende del artista y del tipo de espectáculo que se quiere ir a ver. Sabemos que ciertos nombres están “sold out” en el parpadeo de un ojo y que entre los boletos que se venden en línea, en primer lugar se agotan los más baratos. Los llamados “loggionisti” tienen entonces la primera opción y para asegurar un lugar en la galería, es necesario hacer una cola que en algunos casos, comienza en la noche antes del espectáculo. Para una apasionada por la ópera como yo, ir a La Scala es como ir al estadio para un aficionado al fútbol. Entonces, si el personaje principal es su artista favorito, la noche se hace realmente especial.
Plácido Domingo es mi héroe. Cuando era una niña vi en la televisión un concierto, y me prometí a mí misma que, cuando fuera grande lo iba a conocer en persona. Dicho y hecho, porque para entonces ya han pasado unos treinta años y he visto a Domingo cantar en los teatros más famosos del mundo, desde Viena a Nueva York. Pero el tiempo pasa y todavía tenemos la suerte de tenerlo entre nosotros y eso me obliga a ir, con gratitud, esta vez a La Scala, para verlo en la nueva producción de de Giuseppe Verdi: Due Foscari.
Entonces, llego a Milán en tren, poco antes del show, con el tiempo justo para ir desde el hotel a a la taquilla para recoger mi boleto. Esta vez me siento como de lujo, diría, porque compré el boleto directamente en línea. Mientras voy al teatro, soy asediada por revendedores. Para aquellos que no saben, eso es un fenómeno bastante común aquí. Ellos compran los boletos a precios regulares y luego los revenden por un costo adicional. Por un lugar en el platea, que cuesta €250, ahora me piden ¡350! ¿Están locos? No, porque saben que los japoneses, suizos o cualquiera de los aficionados de Plácido Domingo que llegan aquí en el último minuto, sin duda se los van a comprar. (Yo también lo hice, hace años, para un Otelo con Domingo, ¡tengo qué confesarlo!). En el tiempo de espera para entrar, es común conocer amigos “dominghiani” o sea los aficionados a Domingo: G. por ejemplo que es procedente de Austria, D. que acaba de llegar de Rumania, N. y E. de Basilea, E. de Brescia, V. de Como, K., de Sudáfrica, C. de los Estados Unidos … y podría seguir por siempre. Y una audiencia internacional de gente que conozco desde hace algún tiempo, y desde hace años se encuentran en todas partes del mundo durante mis aventuras trotamundos. Mis Amigos “Basilea” (yo los llamo así desde siempre) que están en todas partes, y me refiero que realmente están en todo el mundo, presentes en todas las actuaciones del Maestro. Si canta seis actuaciones, ellos están presentes en lo absoluto. Y si mañana el maestro va a Madrid, tengan la seguridad de que también irán a Madrid. Probablemente también yo lo haría si tuviera mucho dinero y no tener que trabajar…
Mi lugar es un pequeño palco, compartiendo con otras cuatro personas, es muy estrecho pero tengo una hermosa vista hacia el escenario. Voy a estar con el cuello rígido y voy a pasar alzada gran parte de la ópera. Pero no me importa, ya que sólo será un rato. En el pasado he dormido toda la noche frente a los teatros de todo el mundo con el fin de conseguir un boleto y siempre ha valido la pena. He leído las buenas críticas de esta producción y sé que de nuevo será así esta noche. Domingo es un tenor, pero en los últimos años interpreta los papeles de barítono. Esta elección no es compartida por algunos y ha sido criticado por otros, pero nosotros, los que le amamos, sabemos que el Maestro va a poner el mismo esfuerzo y la misma pasión. Y no importa si a veces erra texto, o tal vez da malas notas, debido a que Domingo es una leyenda y que somos sus fans.
Por un momento, estar sentada en La Scala me hace retroceder en el tiempo, imaginando cuando la gente rica reía, romanceaba y comía en los palcos, mientras la gente de la plebe observaba desde lo que ahora es la platea y eran quienes realmente seguían la ópera. Todo todavía parece surrealista. Observo las cabezas en los palcos dispuestos en forma semicircular en cuatro órdenes y luego hacia arriba y detecto a los “loggionisti” que se inclinan en la barandilla y se juntan unos con otros.
A medida que las luces se apagan, un aplauso acompaña a la entrada del conductor. La música comienza y levanta el telón. Es Plácido Domingo. Él canta y se mueve en el escenario como si tuviera treinta años. Inmerso en su papel, toma todos sus estados, ríe y llora. Lo veo y me pregunto cómo hace para hacernos olvidar que estamos en medio de una ficción. Porque él es así: se las arregla para involucrarte, para moverte y hacerte olvidar el resto del mundo.
Además es generoso porque incluso más tarde, después de la función, se tomará el tiempo necesario para firmar autógrafos. Uno por uno, a cada uno de nosotros.
Y yo también debo tener el tiempo suficiente para decir dos palabras: Maestro, ¡gracias por existir!
¡Plácido Domingo SIEMPRE!
photo © mirakriz
Scrivi anche in Spagnolo ? Sei brava !
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Oh, now I see you had a translator ! Great !
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O yes,my friend Claudia did it for our Spanish friends
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